Buena parte de nuestros actos los hacemos de manera
rutinaria, sin intención ni propósito, de manera mecánica y automática. Nuestro
día a día es una sucesión de actos y acontecimientos de los que apenas somos
conscientes. Esto provoca que vivamos momentos estupendos y muy
placenteros, pero que apenas los
disfrutemos porque nuestra mente esta en otro lugar, pensando en otra cosa o
planificando el resto de la jornada. Dejamos pasar pequeños placeres que de ser
disfrutados nos aportarían felicidad a raudales.
Imagina que estos breves momentos de felicidad son
vividos conscientemente. Es más, que eres capaz de hacerlos aparecer a tu antojo,
que los encuentras en tu camino tan a menudo como quieras… a esto debes dedicar
tu tiempo y energía a buscar aquello que te hace feliz.